En Francia, el número de prácticas aumenta cada año: de 800.000 en 2005, se estima que alcanzaron los 1,5 millones en 2010, según el Consejo Económico y Social.
De hecho, muchas escuelas exigen a sus estudiantes realizar prácticas en una empresa para convalidar su título, y aproximadamente el 70 % de los estudiantes de máster declaran haber realizado al menos una práctica durante sus años universitarios.

¿Los retos en esta etapa? ¡Tener un buen CV, saber redactar una carta de presentación y triunfar en la entrevista de trabajo! En resumen, ¡nada insuperable si conoces algunas buenas prácticas!

Una vez que tengas tu diploma, ¡bienvenido al mercado laboral!

Con una tasa de paro del 25,6% entre los jóvenes menores de 25 años, encontrar un primer empleo está resultando algo más difícil de lo esperado, y realizar prácticas en una empresa parece una buena alternativa.

¿Problema? Sin escuela/universidad, sin convenio, ¡no hay prácticas!

Y las soluciones son escasas y bastante caras... A menos que vayas al extranjero, donde los convenios de prácticas no son obligatorios, o gastes varios miles de euros en un año sabático, ¡qué lío! Algunas grandes écoles y universidades se han hecho famosas por ofrecer convenios de prácticas a precios exorbitantes, aprovechándose así de la difícil situación en la que se encuentran los jóvenes graduados. «Sciences Po me pidió 2500 euros por un convenio de prácticas de 6 meses», comenta Julie en un foro. Y este no es un caso aislado...

Como resultado, muchos de ellos abandonan Francia para ir a otros destinos, en particular a Estados Unidos, Asia y Latinoamérica. Algunos se están sumando a una nueva tendencia: las universidades en línea: la mayoría son reconocidas y permiten acceder a cursos y convenios de prácticas a un precio muy asequible. La flexibilidad de los cursos en línea permite planificar con tranquilidad las prácticas y estudiar con tranquilidad los fines de semana o por las tardes.

Sin embargo, esta situación plantea una pregunta real: ¿deberíamos flexibilizar la legislación y facilitar las prácticas, lo cual fomentaría cierta precariedad entre los jóvenes, o deberíamos mantenerla a riesgo de perder a nuestros talentos más prometedores? ¡El debate está abierto en Francia!