Experimentar otras culturas y poner a prueba sus habilidades con nuevos métodos y/o formas de pensar suele ser el objetivo de quienes deciden estudiar en el extranjero. Ya sea en Europa o en otros lugares, internacionalizar los estudios es una buena manera de adquirir nuevas habilidades y dominar un nuevo idioma, lo cual puede ser decisivo para obtener un puesto de responsabilidad.
Sin embargo, si bien las motivaciones para este tipo de proyecto se expresan de forma bastante espontánea, los métodos para llevarlos a cabo suelen ser mucho menos evidentes y plantean muchas preguntas a los estudiantes.
¿Cómo financiar esta estancia?
La primera pregunta que suele plantear problemas es la financiación. De hecho, un año en el extranjero suele ser caro y los estudiantes no siempre cuentan con los fondos necesarios para anticipar sus gastos y evitar imprevistos. Hay muchas ayudas para que los estudiantes internacionalicen sus estudios: desde el clásico programa Erasmus y su asignación homónima hasta otras ayudas a la movilidad ofrecidas por organismos públicos (consejos regionales, ministerios, mecenas, etc.), incluyendo becas de organizaciones privadas y fundaciones, existen numerosas soluciones para organizar y financiar su estancia en el extranjero sin demasiada dificultad. Los estudiantes también pueden informarse, según su destino, en las embajadas de los países de acogida, que a menudo pueden animar y apoyar a un estudiante que realice un proyecto para promocionar su país.
¿Cuándo hacerlo?
La cuestión del mejor momento para hacerlo también puede parecer complicada, ya que la respuesta suele variar de una persona a otra, pero también depende de la naturaleza del proyecto.
Puedes hacerlo justo después del bachillerato o mucho más tarde, dependiendo de las motivaciones del proyecto. Ninguna solución puede considerarse la mejor en términos absolutos, pero lo fundamental es hacerlo cuando estés listo y claramente decidido a renunciar, por un mínimo de un semestre o un año, a tus seres queridos y amigos. Si lo haces demasiado pronto y sin haber evaluado adecuadamente las consecuencias de esta decisión, la aventura puede convertirse rápidamente en una pesadilla y convertirse en una experiencia muy negativa. Pero, de nuevo, no hay reglas: algunos están listos a los 18 años y otros necesitan estudiar mucho antes de embarcarse en semejante aventura. Suele ser recomendable hacerlo después del grado, ya que en este nivel de estudios hay más cursos de formación y el acceso a las equivalencias también se simplifica. El máster también puede ser el momento ideal para especializarse en un país pionero en la especialidad que se desea.
¿Qué destino elegir y en qué se basa?
El destino suele ser otro de los problemas para quienes solicitan una estancia en el extranjero: aunque el inglés y el español reciben una gran cantidad de votos y los destinos angloparlantes e hispanohablantes suelen ser los preferidos por los estudiantes que desean aprovechar esta ventaja lingüística, otros destinos (con idiomas menos comunes) también pueden resultar interesantes si se estudia una especialidad en particular y el país tiene una buena clasificación en el estudio de dicha especialidad. La elección del destino también depende de las propias relaciones y afinidades, así como del interés por la cultura del destino. De hecho, si el idioma es la única motivación para la estancia, el estudiante no aprovechará plenamente sus beneficios, y es preferible, tanto documentarse antes de partir como cuestionar las propias motivaciones en relación con la cultura del destino.





